Cuando estamos queriendo lanzar un proyecto importante en la empresa, bien fruto de una adquisición, bien consecuencia de una evolución de forma de trabajar que queremos impulsar, bien fruto de un crecimiento, o de una nueva estrategia del negocio a la que queremos dar respuesta, nos pueden surgir muchas dudas sobre lo que implica en nuestra organización, y la mejor manera de llevarlo a cabo. Identificar las dificultades, y plantearnos cómo abordarlas de buen inicio, nos va a ayudar mucho en todo el proceso, y va a marcar la diferencia en el resultado, en que dicho proyecto se convierta en realidad en la forma esperada.
Desde las dificultades, reflexionamos sobre el nivel de cambio. Podemos medir el cambio. Existen herramientas y metodología que, en base a una serie de variables, determinan la magnitud del camino a recorrer. Ayudan a “ordenar” las dificultades y a enfocar cómo hay que gestionarlas. Estas variables van desde aspectos de la cultura y formas de hacer de cada empresa, a aspectos de la operativa, de su criticidad, a como tener en cuenta la complejidad del proyecto,… entre otras.
Hablábamos en nuestro post sobre a qué llamamos transformación, y cuáles son los retos según el tipo de transformación.
Elegimos uno de ellos. Imaginemos que el proyecto tiene que ver con “Cómo consigo que, en una adquisición, la integración se haga de forma rápida y efectiva”. Podemos identificar que las dificultades que pueden aparecer tienen que ver con:
- Distintas formas de operar y funcionar, en todas las áreas
- Distintas visiones de quien es el cliente, de su visión integral, de lo que significa el concepto servicio, calidad,…
- Distintas culturas de empresa, valores
- Distintos sistemas de compensación, de selección
- Distintos estilos de gestión
- Distintas formas de comunicación
- ….y muchas más.
En función de la distancia entre ambas realidades, y las consecuencias que se prevean de la integración en términos de sinergia, tendremos un nivel de cambio mayor o menor. Y si nos preparamos para uno “menor” cuando es “mayor” las consecuencias son del todo no deseadas.
Midamos el nivel de cambio, y seleccionemos a un Líder del Proyecto y un equipo con las características clave, que en base ese nivel de cambio identificado va a impulsar toda la integración. Usemos metodología de transformación rápida, que se basa en tener un buen conocimiento del punto de partida, trabajar con un equipo amplio, con componentes de las dos realidades, desde la colaboración, y definir en el seno del equipo una hoja de ruta, a la que todos se comprometen. Desarrollemos y evolucionemos los comportamientos necesarios para que la integración sea real. Seamos estrictos en la gestión del proyecto y celebremos los éxitos.
Otro ejemplo: Si el proyecto tiene que ver con “Conseguir que el cliente esté en el centro de negocio, de verdad”, en este caso las dificultades se pueden centrar en aspectos como:
- Distinto entendimiento de lo que significa la gestión con el cliente en el centro del negocio, por parte de las distintas áreas de la organización
- Dificultades asociadas a la forma de operar que en lugar de apoyar dicha visión, limitan a la organización en su capacidad de acción
- Distintos mensajes desde distintas áreas hacia el cliente, que provoca distorsiones, y hace que perdamos impacto
- …y muchas más
Y de nuevo necesitamos medir el nivel de cambio que queremos abordar, seleccionar un Project Leader, un equipo que sea representativo de todas las realidades, trabajar conjuntamente, potenciando la colaboración, y usando metodología de transformación rápida podemos identificar todos los proyectos que serán necesarios acometer, y en qué orden, para abordar dicha evolución. Y siempre, desarrollar y evolucionar los comportamientos necesarios para que la nueva forma de visionar al cliente quede integrada en la organización.
¿Qué tipo de reto / proyecto tienes que acometer? ¿Qué tipo de dificultades has identificado? Podemos ayudarte en los pasos necesarios a realizar, en medir bien el cambio, para que el proyecto dé los resultados que esperas.